TODOS LOS SERES HUMANOS ESTÁN INMERSOS EN LA BÚSQUEDA DE LA PAZ INTERIOR. Y, AUNQUE CONOCEN LOS CAMINOS MUNDANOS Y PUEDEN OBTENER TODO LO QUE DESEAN, SABEN QUE LO MÁS PRECIOSO ES LA PAZ INTERIOR PERO ¿QUÉ ES ESTA PAZ? ¿UNA IDEA? ¿UNA EXPERIENCIA? ¿CÓMO SE PUEDE ENCONTRAR?







lunes, 6 de septiembre de 2010

La Muerte en el Mundo Moderno


LA MUERTE EN EL MUNDO MODERNO

Cuando llegué a occidente, me sorprendió el contraste entre las actitudes hacia la muerte con las que me había criado y las que entonces encontré. A pesar de sus éxitos tecnológicos, la sociedad occidental carece de una verdadera comprensión de la muerte y de lo que ocurre durante la muerte y después de ella.
Descubrí que a la gente de hoy se le enseña a negar la muerte, y se les enseña que no significa otra cosa que aniquilación y pérdida. Eso quiere decir que la mayor parte del mundo vive o bien negando la muerte o bien aterrorizado por ella. El mero hecho de hablar sobre la muerte se considera morboso, y muchas personas creen que el solo hecho de mencionarla es correr el riesgo de atraérsela.

Otros contemplan la muerte con un buen humor ingenuo e irreflexivo, pensando que, por alguna causa desconocida, la muerte le irá bien y no hay por qué preocuparse. Cuando pienso en estas personas recuerdo lo que dice un maestro tibetano: "La gente suele cometer el error de tomarse la muerte con frivolidad y pensar: ...bueno, morirse es algo que le pasa a todo el mundo, no es nada grave, es un hecho natural. Todo irá bien.... Esa es una teoría muy bonita hasta que llega el momento de la muerte."

De estas dos actitudes hacia la muerte, una la considera algo de lo que hay que escabullirse y la otra algo que se resolverá por sí solo. ¡Que lejos están las dos de comprender la verdadera importancia de la muerte!
Las grandes tradiciones espirituales del mundo, incluyendo por descontado el cristianismo, siempre han dicho claramente que la muerte no es el final. Todas transmiten la visión de alguna clase de vida venidera, que infunde un sentido sagrado a esta vida que estamos llevando ahora. Pero, a pesar de sus enseñanzas, la sociedad moderna es en gran medida un desierto espiritual en el que la mayor parte de la gente imagina que esta vida es lo único que existe. Carentes de toda fe auténtica en una vida posterior, son mayoría las personas que llevan una vida en último término desprovista de sentido.

He llegado a descubrir que los desastrosos efectos de esta negación de la muerte van mucho mas allá del individuo y que afectan a todo el planeta. Debido a su creencia en que ésta es la única vida, la gente moderna no ha desarrollado una visión a largo plazo; en consecuencia, no hay nada que les impida devastar el planeta para sus propios fines inmediatos y vivir de una manera egoísta que podría resultar fatal para el futuro. ¿Cuántas advertencias mas necesitamos, cómo ésta del anterior ministro brasileño del Medio Ambiente, responsable de la selva tropical amazónica?

La moderna sociedad industrial es una religión fanática. Estamos demoliendo, envenenando, destruyendo todos los sitemas vitales del planeta. Estamos firmando letras que nuestros hijos no podrán pagar...Nos comportamos como si fuéramos la última generación que va a vivir en el planeta. Sin un cambio radical de corazón, de mente, de visión, la Tierra acabará como Venus, calcinada y muerta.

El miedo a la muerte y el desconocimiento de la vida futura alimentan esta destrucción del medio ambiente que amenaza las vidas de todos. Por eso ¿no es aún mas preocupante que no se le enseñe a la gente qué es la muerte ni cómo morir? ¿o que no se les dé ninguna esperanza en lo que hay después de la muerte, ni, por tanto, en lo que realmente hay detrás de la vida? ¿Podría resultar mas irónico que los jovenes sean tan cuidadosamente instruidos en todos los temas excepto en aquel que encierra la clave del sentido total de la vida, y acaso de nuestra supervivencia?

He pensado a menudo en la manera en que algunos maestros budistas que conozco formulan una pregunta sencilla a quienes los abordan buscando sus enseñanzas: ¿cree usted que hay una vida después de ésta?. No les pregunta si lo aceptan en cuanto a proposición filosófica, sinó mas bien si lo sienten en lo profundo del corazón. El maestro sabe que si alguien cree en un vida después de ésta, toda su actitud ante la vida será distinta y tendrá un claro sentido de la moralidad y la responsabilidad personal. Lo que los maestros deben sospechar es que existe el peligro de que la gente que carece de una intensa creencia en una vida venidera acabe creando una sociedad centrada únicamente en los resultados a corto plazo, sin pararse  a reflexionar en las consecuencias de sus actos. ¿Podría ser éste el motivo principal de que hayamos creado un mundo tan brutal como el que ahora ocupamos, un mundo en el que hay tan poca compasión?

¿No es aterrador que desechemos a los ancianos cuando termina su vida productiva y dejan de ser útiles? ¿No es inquietante que los llevemos a asilos donde mueren solos y abandonados?
¿No es hora ya de volver a examinar cómo tratamos en ocasiones a quienes padecen enfermedades terminales como el cancer o el sida?

Aun cuando la persona que muere es alguien a quien conocemos o amamos, muchas veces comprobamos que no se nos da casi ninguna idea acerca de como asistirla y, tras su muerte, no se nos alienta a pensar en el futuro, en cómo va a continuar ni en cómo podemos seguir prestándole ayuda. De hecho, cualquier reflexión de este tipo corre el riesgo de ser desechada por absurda y ridícula.

Lo que esto nos muestra con dolorosa claridad es que ahora mas que nunca necesitamos un cambio fundamental en nuestra actitud hacia la muerte y el morir.

Por desgracia, hubo quienes no comprendieron realmente el pleno significado de estas revelaciones sobre la muerte y el morir. Se ha llegado al extremo de buscarle un atractivo a la muerte, y me han hablado de casos trágicos de jóvenes que se suicidaron porque ceian que la muerte era bella y que les permitiría escapar de la depresión que vivían. Tanto la deseperación como la euforia ante la muerte son formas de evasión. La muerte no es deprimente ni emocionante; es sencillamente un hecho de la vida.

Es muy triste que la mayoría sólo empecemos a apreciar la vida cuando estamos a punto de morir. Muchas veces pienso en las palabras del gran maestro budista Padmasambhava: "quienes creen que disponen de mucho tiempo sólo se preparan en el momento de la muerte. Entonces los degarra el arrepentimiento. Pero, ¿no es ya demasiado tarde?" ¿Qué observación sobre el mundo podría ser más escalofriante que la de que casi todos mueren sin estar preparados para la muerte, tal como han vivido sin estar preparados para la vida?

EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE de Sogyal Rimpoché

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