TODOS LOS SERES HUMANOS ESTÁN INMERSOS EN LA BÚSQUEDA DE LA PAZ INTERIOR. Y, AUNQUE CONOCEN LOS CAMINOS MUNDANOS Y PUEDEN OBTENER TODO LO QUE DESEAN, SABEN QUE LO MÁS PRECIOSO ES LA PAZ INTERIOR PERO ¿QUÉ ES ESTA PAZ? ¿UNA IDEA? ¿UNA EXPERIENCIA? ¿CÓMO SE PUEDE ENCONTRAR?







martes, 7 de septiembre de 2010

La Impermanencia


No hay lugar en la tierra donde la muerte no pueda encontrarnos, por mucho que volvamos constantemente la cabeza en todas direcciones como si nos halláramos en una tierra extraña y sospechosa, (...) Si hubiese alguna manera de resguardarse de los golpes de la muerte, no soy yo aquel que no lo haría (...) Pero es una locura pensar que se pueda conseguir eso. (...)
Los hombres vienen y van, trotan y danzan, y de la muerte ni una palabra. Todo muy bien. Sin embargo, cuando llega la muerte, a ellos, a sus esposas, a sus hijos, sus amigos, y los sorprende desprevenidos, ¡qué tormentas de pasión no lo abruman entonces, qué llantos, qué furor, qué desesperación! (...)
Para empezar a privar a la muerte de su mayor ventaja sobre nosotros, adoptemos una actitud del todo opuesta a la común; privemos a la muerte de su extrañeza, frecuentémosla, acostumbrémonos a ella; no tengamos nada mas presente en nuestros pensamientos que la muerte, (...) No sabemos dónde nos espera la muerte; así pues, esperémosla en todas partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre que ha aprendido a morir ha desaprendido a ser esclavo.
MONTAIGNE

¿Por qué es tan difícil practicar la muerte y practicar la libertad? ¿Y por qué exactamente nos asusta tanto la muerte que nos negamos en redondo a contemplarla? Dentro de nosotros, en lo más hondo, sabemos que no podremos evitar eternamente enfrentarnos a la muerte. Sabemos que, como dijo Milarepa, "aquello llamado cadáver, a lo que tanto tememos, está viviendo con nosotros aquí y ahora". Cuanto mas tardamos en afrontar la muerte, cuanto mas la borramos de nuestros pensamientos, mayores son el miedo y la inseguridad que se acumulan para acosarnos. Cuanto mas intentamos huir de ese miedo, mas monstruoso se vuelve.
La muerte es, en efecto un enorme misterio, pero de ella se pueden decir dos cosas: es absolutamente cierto que moriremos, y es incierto cuando y como moriremos.
¿Por qué vivimos en tal terror a la muerte? Porque nuestro deseo instintivo es vivir y seguir viviendo, y la muerte es el cruel fin de todo lo que consideramos familiar. Tenemos la sensación de que, cuando llegue, nos veremos sumergidos en algo del todo desconocido, o que nos convertiremos en alguien completamente distinto. Imaginamos que nos encontraremos perdidos y confusos, en un ambiente extraño y aterrador. Nos imaginamos que será algo así como despertar en medio de una tormenta de ansiedad, solos en un país extranjero, sin conocer el territorio ni el idioma, sin dinero, sin conocer a nadie, sin pasaporte, sin amigos....

Quizá la razón mas profunda de que temamos a la muerte es que ignoramos quiénes somos. Creemos en una identidad personal, única e independiente, pero si nos atrevemos a examinarla, comprobamos que esta identidad depende por completo de una interminable colección de cosas que la sostienen: nuestro nombre, nuestra "biografía", nuestras parejas y familiares, el hogar, los amigos, las targetas de crédito...Es de este frágil y efímero sostén de lo que depende nuestra seguridad. Así que, cuando se nos quite todo eso, ¿tendremos idea de quienes somos en realidad?

Sin nuestras propiedades conocidas, quedamos cara a cara con nosotros mismos: una persona a la que no conocemos, un extraño inquietante con quien hemos vivido siempre pero al que en el fondo nunca hemos querido tratar. ¿Acaso no es ese el motivo de que tratemos de llenar cada instante de ruido y actividad, por aburrida y trivial que sea, para evitar quedarnos a solas, y en silencio con ese desconocido?

¿Y no apunta eso hacia algo fundamentalmente trágico en nuestro estilo de vida? Vivimos bajo una identidad asumida en un neurótico mundo de cuento de hadas que no tiene más realidad que la Tortuga de Alicia en el País de las Maravillas. Hipnotizados por el entusiasmo de construir, hemos edificado la casa de nuestra vida sobre cimientos de arena. Este mundo puede parecer maravillosamente convincente hasta que la muerte nos destruye la ilusión y nos saca de nuestro escondite. ¿Qué será entonces de nosotros si no tenemos la menor idea de ninguna realidad mas profunda?

Cuando muramos lo dejaremos todo atrás, sobre todo este cuerpo al que tanto hemos apreciado, en el que tan ciegamente hemos confiado y al que con tantos esfuerzos hemos procurado mantener vivo. Pero la mente no es mas fiable que el cuerpo. Fíjese unos momentos en su mente. Comprobará que es como una pulga, que no cesa de saltar de un lado a otro. Verá que los pensamientos surgen sin ningún motivo, sin ninguna relación. Arrastrados por el caos de cada instante, somos víctimas de la volubilidad de nuestra mente. Si éste es el único estado consciente con el que estamos familiarizados, confiar en nuestra mente en el momento de la muerte es una apuesta absurda.


EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y LA MUERTE de Sogyal Rimpoché

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