TODOS LOS SERES HUMANOS ESTÁN INMERSOS EN LA BÚSQUEDA DE LA PAZ INTERIOR. Y, AUNQUE CONOCEN LOS CAMINOS MUNDANOS Y PUEDEN OBTENER TODO LO QUE DESEAN, SABEN QUE LO MÁS PRECIOSO ES LA PAZ INTERIOR PERO ¿QUÉ ES ESTA PAZ? ¿UNA IDEA? ¿UNA EXPERIENCIA? ¿CÓMO SE PUEDE ENCONTRAR?







sábado, 27 de noviembre de 2010

Guru Nanak

VAISAKHI (abril/mayo)

En la espera de la esposa,
La espera de la vuelta del Señor.
Reluce Vaisakhi, cantan los pájaros,
Pero yo sigo en pena.
Ten piedad de mi, y regresa.
Sólo contigo puedo embarcarme
Sobre las profundas aguas de la ilusión.
Deja que nuestros ojos se fundan.


Pero ¿dónde busco a mi Señor?
No debo ir lejos:
Él está dentro de mi.
Si reconozo que en mi cuerpo
Está su morada,
¡Vaisakhi, será pleno!
Gurú Nanak nació cerca de Lahore a fines de siglo XV. Afamados sabios árabes e hindúes lo tienen por maestro. Desde muy niño asombró por su profunda conciencia de Dios, su desapego a los muchos bienes materiales de los que estaba rodeado y su personalidad meditativa y solidaria, rasgos poco habituales entre sus pares.
En la adultez, casado, con dos hijos y un puesto en la administración del gobierno, seguía diferenciándose de sus compañeros por ser excepcionalmente honrado e incorruptible.
Amigo de Mardana, un músico muy popular, recitaba versos en honor a Dios.
A los treinta y tres años le fué revelado su destino: mientras nada con su amigo en el río, desaparece. Fue entonces cuando Dios le encomendó ser el portavoz del Conocimiento Absoluto. Reapareció en el río tres días después --cuando todos le creían muerto-- abandonó el estilo de vida que había llevado hasta ese momento y se dedicó a comunicar el  Nombre del Supremo.
Junto a su fiel amigo recorrió la India para ofrecer la experiencia viva del Conocimiento y enseñar  a las personas que los ritos, creencias y filosofías huecas que regían su vida los desviaban del sendero de la Verdad.
Como ocurrió con Kabir, cercano el momento de su muerte hindúes y musulmanes iniciaron una disputa. Guru Nanak les pidió entonces que pusieran flores a ambos costados de su cuerpo, los hindúes en el costado derecho y los musulmanes en el izquierdo. Las que se hubieran mantenido frescas al día siguiente de su muerte decidirían quiénes se ocuparían del ritual fúnebre. Luego rezó, se cubrió con una manta y poco después murió. Al día siguiente sus debotos no lo hallaron debajo de la manta, y las dos hileras de flores seguían bellas y radiantes.  Cada pueblo tomó las propias y realizó el ritual según sus creencias. De este modo, Guru Nanak volvía a demostrar que el amor está por encima de cualquier diferencia.

Plegarias de la India ( Poemas, Sentencia y Mantras)


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