No se puede aprender el desapego en un libro o con una única técnica. Uno aprende a abrirse paso de los propios miedos en el momento que reconoce lo inútil que es el Ego. En ese caso se libera y se supera la situación. Un gramo de práctica es mejor que toneladas de teoría. En eso consiste precisamente el desapego.
Quién es más desapegado? ¿Aquel que puede recitar las Upanishads en sánscrito o aquel que practica los elementos clásicos de la enseñanza del Yoga: ejercicio adecuado (asanas), respiración correcta (Pranayama), relajación (savasana), alimentación correcta, pensamiento positivo y meditación?. Practica cada mañana y siéntate a meditar.
No hay receta alguna de validez universal para el desapego. Al principio debemos aprender que no somos el sujeto agente. Las cosas suceden de todos modos. Cada uno puede hacer lo mejor que pueda en esta magia de la vida, pero no somos los agentes de la vida. Cuando se quiere verdaderamente aprender algo hay que desprenderse de los condicionantes y prejuicios de la mente y al mismo tiempo tener un poco de confianza. Esto es desapego. Pero no se puede decir simplemente: “Ahora estoy completamente desapegado” y que luego todo continúe como antes.
Hay que sublimar todas las preocupaciones, condicionantes y prejuicios y sustituirlos por algo diferente. Para ello se necesita sadhana, práctica espiritual, inspiración y un Maestro, que te facilite instrucciones básicas hasta que uno mismo se encuentra seguro en la práctica.
Hay que volver al Maestro siempre para pequeñas correcciones de rumbo, que de nuevo se ajustan, como cuando un quiropráctico actúa recomponiendo las articulaciones.
Del mismo modo se precisa de un reajuste espiritual, que luego se aplica prácticamente. Nadie puede decir: “Haz eso o aquello y entonces estarás realmente desapegado”. El desapego es un proceso de madurez, el resultado del esfuerzo propio. En la vida espiritual lo llamamos sadhana.
Empieza en primer lugar con asanas y pranayama. Quien desea ir más rápido toma un curso de formación de profesores y goza de esta importante experiencia para la Vida. Luego se sigue con el estudio de las Escrituras como el Bhagavatam, la Baghavad Gita, las Puranas, el Ramayana y el Mahabharata. Se estudia, lee, escucha y comienza a cambiar la propia actitud ante la vida.
Las Escrituras son ejemplos de cómo otros seres han pasado por la vida y además han alcanzado un estado lleno de paz.
Estas historias nos elevan ética y moralmente y nos ayudan a conseguir un mayor desapego, pues a través de ellas podemos ver que todo se sabía ya antes de nosotros.
Debemos sólo seguir la luz que los Maestros mantienen en alto ante nosotros. Por doquier hay varias luces, maestros, caminos, religiones y técnicas. Simbólicamente es como una antorcha, que se mantiene ante nosotros en lo alto y cuya luz no necesitamos más que seguir. No nos preocupemos de cómo será la Luz en la meta.
En cuanto seguimos la luz, nos sentimos bien. Así uno puede liberarse del pasado y el futuro y estar completamente en el presente.
Esto es ya un gran desapego, en el cual puede uno librarse de mucho peso. Si uno no practica, si nada sucede, si uno permanece con la mente anclada en el pasado y en el futuro sin cambiar nada, sólo hay mucha tensión. Y al salir de viaje de vacaciones llevamos con nosotros sólo una maleta, y esa maleta es nuestro hogar. Nos olvidamos entonces de todas las cosas que están en nuestra casa en sus cajones y sus estantes, todos los libros y documentos, las colecciones de monedas y sellos, el menaje, calcetines, camisas, bufandas y abrigos, la cristalería y todo lo que se acumula. Nuestras casas están llenas de objetos sin los que no podemos vivir.
Cuando partimos con esa maleta, nos encontramos libres como un pájaro. Al regresar, tan pronto como abrimos la puerta, viene todo de nuevo, la vida en su conjunto está de nuevo allí, con todos los cajones, corbatas, camisas y zapatos. Uno se pregunta cómo debería ponerse todo eso y sobre todo que debería hacer con ello. Si se quiere poner orden, se llena una gran bolsa de basura y se da todo a la Cruz Roja. “Ahora si que estoy desapegado, lo doy todo”. Pero tan pronto se cobra, se comienza a utilizar la tarjeta de crédito y se vuelve con bolsas llenas.
Hay que reducir poco a poco. El desapego debe ir paralelo con la propia experiencia interior.
Mejor reducir progresivamente. Si se tienen 20 camisas, se pueden reducir a 18. De 18 se puede pasar a 16. Si la mente y el corazón no están en verdadera sintonía con este momentáneo vairagya, desapego, la tarjeta de crédito no resistirá mucho. El banco llamará y preguntará: “¿Qué ocurre? Desde que practica Yoga su cuenta está continuamente en descubierto. Muchos hacen esto. Aprenden Yoga y entonces lo tiran todo, duermen en el suelo sólo con un futón sin almohada y al día siguiente apenas pueden caminar. Esto no es desapego.
EL VERDADERO DESAPEGO CONSISTE EN POSEER LOS OBJETOS CON INDIFERENCIA.
Ni darlo todo, ni dejarlo de lado, ni tomar un nuevo marido o nueva mujer, sólo porque en este momento no se parece a lo que se desea. Simplemente vivir con aquello que toca y estar desapegado, guste o no.
Aceptemos siempre lo que la vida nos trae. Esto es verdadero desapego. Cuando algo se puede cambiar, cambiémoslo. Cuando no se pueda cambiar, aceptémoslo.
Lo mismo ocurre con el cuerpo. Cuando el cuerpo no tiene las correctas formas, tal como viene en las revistas y ya hemos probado todas las dietas y recetas ayurvédicas y no ha funcionado, aceptémoslo. No seamos ni felices ni desgraciados por ello, estemos simplemente satisfechos. Lo mismo es con la mente en el trabajo. Si somos profesores, queremos ser catedráticos. Cuando somos catedráticos, quisiéramos jubilarnos. Si modelos querríamos ser actrices. Si actrices, productores. Si productores, quisiéramos ser autores. De este modo nunca estaremos verdaderamente felices, nunca de verdad contentos hasta que reconozcamos que debemos reducir el paso. No podemos ir continuamente tras nuestra sombra.
El ser humano hace tantos planes. Cuando he hecho éste, quiero hacer aquél. Entonces quiero viajar allá y después estudiar aquello y luego quisiera ir a vivir allí. Si encima se interpone alguna cosa, estamos arreglados.
Nuestra felicidad ha desaparecido. Por consiguiente algo de desapego es necesario. Tener visión y amplitud de miras es por supuesto bueno, pero como estamos siempre corriendo dando vueltas, ya no disfrutamos de ningún momento. Cuando comemos, queremos leer el diario, cuando lo leemos, queremos comer. En nosotros hay un gran desasosiego.
Por eso se debiera aprender cómo se genera el desapego. Desapego quiere decir aceptar el momento, liberarse tanto del pasado como del futuro. Gozar del momento. Esto es una manera muy meditativa y serena de ver las cosas.
El miedo proviene de los deseos insatisfechos. Y los deseos vienen cuando se quiere cambiar algo de fuera y se hacen planes para el futuro. En el momento presente no hay deseo alguno. Tan pronto como se piensa en el futuro viene el pensamiento: “¿Qué pasaría si…?”. Habría que liberarse de estos pensamientos. En la meditación se intenta simplemente estar sólo aquí, concentrado en el mantra, concentrado en la luz. Se entrega uno a una energía superior, que trasciende mente y cuerpo. Se le puede llamar Dios, o Jesús, Krishna, Siva, Alá o Buda, o de cualquier modo que la propia religión a uno le permita. Esto es desapego práctico. Uno se libera tanto del futuro como del pasado. Se tranquilizan los pensamientos y se tiene una momentánea unión con el Espíritu Superior. Poco a poco se empieza a discernir: ¿Qué hago en verdad? ¿Por qué corro arriba y abajo? Es sólo una ocupación, trabajo ocho horas diarias para ganar todo el dinero y a continuación paso ocho horas esforzándome en gastarlo. Siempre que se compra algo aquí y allá puede ser por exigencia del tiempo libre. El desapego es por consiguiente necesario para reconocer que ningún objeto trae consigo la felicidad.
En la meditación uno contempla su vida y reflexiona sobre su pasado. Luego uno se concentra en las cosas más importantes y comienza a gozar del momento. Si se contempla entonces una flor se puede disfrutar de su energía y de su color. Entonces ya no se piensa más en la cuenta del banco, en la tarjeta de crédito, en lo que se podría comprar o lo que se debería hacer. Por medio del canto de mantras y de la meditación se purifican paulatinamente todas las actividades diarias y el desapego llega por sí mismo. Si alguien nos da algo, mejor decir: “Gracias pero no me hace falta para nada”. O hagamos como Swami Sivananda, lo acepta y después se lo entrega a alguien que lo necesita. Esto no es falta de respeto. Por supuesto, se percibe el amor que viene con el obsequio, pero quizá algún otro lo necesita realmente.
Ante todo intente simplificar su vida y desarrollar un estilo de vida más sencillo.
Después de haber practicado varios años este modo de vida yóguico, es el momento de liberarse de la propia identificación con el ego. Esto es lo más difícil. Hay que continuar con lo hecho y dar lo mejor de uno mismo, pero no hay que identificarse con ello y ser simplemente uno mismo, lleno de amor, paciencia y respeto, sin juguetear, sin reír ni llorar en exceso. Esto es el máximo desapego. Swami Sivananda dice que vairagya, desapego, y viveka, capacidad de discernir, son las dos prácticas más importantes en el Yoga. Puesto que la mente siempre está activa, el ego sufre siempre nuevas experiencias y está listo en cualquier momento para tender una trampa. Es como una guerra. Por ello la mayoría de los relatos espirituales tratan de una guerra. Las enseñanzas de la Baghavad Gita trascurren en una guerra. Y esa guerra sucede en nosotros, entre el bien y el mal. El bien nos conduce en una dirección y el mal en otra. Swami Vishnudevananda decía: Las bajas pasiones quisieran ir siempre monte abajo con la bicicleta, mientras que las altas tendencias dicen: “No, ve monte arriba y practica el desapego”.
La guerra comienza al punto de la mañana: “¿me levanto o sigo acostado? ¿qué voy a comer? ¿me visto elegante o a la moda para ir al trabajo?¿debo ir por encima de todo al trabajo? ¿debería llamar al jefe y decirle que estoy enfermo?”. Estas son las guerras que todos tenemos, la mente juega con todos nosotros el mismo juego. Hay que decir a la mente sencillamente: “di lo que quieras, voy a hacer aquello que debo hacer y además lo haré con alegría”. Esto es desapego.●
Swami Durgananda
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