TODOS LOS SERES HUMANOS ESTÁN INMERSOS EN LA BÚSQUEDA DE LA PAZ INTERIOR. Y, AUNQUE CONOCEN LOS CAMINOS MUNDANOS Y PUEDEN OBTENER TODO LO QUE DESEAN, SABEN QUE LO MÁS PRECIOSO ES LA PAZ INTERIOR PERO ¿QUÉ ES ESTA PAZ? ¿UNA IDEA? ¿UNA EXPERIENCIA? ¿CÓMO SE PUEDE ENCONTRAR?







sábado, 29 de enero de 2011

INVOCACIÓN INTRODUCTORIA - ORACIÓN AL GURU


OM NAMAH SHIVAYA GURAVE
SATCHIDANANDA MURTAYE
NISHPRAPANCHAYA SANTAYA
NIRALAMBAYA TEJASE

Saludamos al Maestro, que es la consciencia eterna.
Su forma es la existencia, la conciencia y la bienaventuranza absoluta.
Es sereno, trascendente, luminoso y libre de todo apego.
Que tus bendiciones nos iluminen en el camino de la vida.

Otra traducción:

Me ofrezco a la Luz, al Propicio, que es el Verdadero Profesor
en el interior y en el exterior,
Que adopta las formas de Realidad, Conciencia y Dicha,
Que nunca está ausente y que está lleno de paz,
Con una existencia indpendiente, la esencia vital de la iluminación.

Otra versión musical muy bonita:

A Ganesha (apaciguador de obstáculos)


SHUKLAM BARADHARAM VISHNUM
SASHIVARNAM CHATURBHUJAM
PRASANA VADANAM DHYAYET
SARVAVIGHNOPASHANTAYE

Contemplo a Ganapati, vestido de blanco, que llenas todo el Universo. Que brillas radiantemente como los rayos de marfil de la luna llena, que tienes cuatro brazos y una encantadora y feliz cara.
 Nosotros meditamos en ti.
Señor que todos los obstáculos puedan ser apaciguados.
Te pido bendiciones para ello.

A Sarasvati (Diosa del conocimiento)


SARASVATI NAMASTHUBYAM
VARADE KAAMAROOPINI
VIDYAARAMBHAM KARISYAAMI
SIDDHIR BHAVATU ME SADAA

MADRE SARASVATI, ACEPTA MIS HUMILDES SALUDOS Y POSTRACIONES ANTE TI.
TU ERES LA DISPENSADORA DE TODOS MIS CONOCIMIENTOS.
VOY A EMPEZAR MIS ESTUDIOS CON LA SÚPLICA DE QUE TODO LO QUE APRENDA SEA DE PROVECHO.
TE PIDO BENDICIONES PARA ELLO.

BSO El piano


Una banda sonora que me encantó, una película que hace tiempo me encogió el alma....una canción que hoy en algún lugar he vuelto a oír....

http://www.youtube.com/watch?v=aXq4qQxsLQw&feature=rec-LGOUT-exp_stronger_r2-2r-2-HM

jueves, 27 de enero de 2011

La meditación transforma el cerebro a largo plazo

Are Holen, experto en estrés postraumático y creador de un método de meditación: “La meditación transforma el cerebro a largo plazo”

54 años. Soy noruego. Casado y con dos hijos. Licenciado en Psicología, doctor en Medicina y especialista en Psiquiatría. Profesor de Neurociencia en la Universidad de Trondheim. La educación es la herramienta para la prosperidad de un país. Creo en un Dios no punitivo.

En 1980, una plataforma petrolífera entre Inglaterra y Noruega se hundió. De 212 personas sobrevivieron 89, a las que veo cada año.

Pues lleva treinta años tratándolas. ¿Alguna conclusión?


Me he pasado años investigando el estrés postraumático tras situaciones de desastre y he comprendido que hay que atender a las personas en el momento inmediato a la catástrofe, porque con el estudio inicial puedes saber cuál será su evolución y qué tratamiento debe seguir cada cual.


¿Cómo afecta enfrentarse a la muerte?

Por lo general, las personas aprecian más la vida, los amigos y las actividades de ocio, y se preocupan más por su familia.


¿Incrementa su fe en Dios?


Eso es algo que me llamó mucho la atención: en general, la gente deja de creer tras un desastre.


También investiga usted los efectos de la meditación en el cerebro.


Empecé a hacer yoga y meditación a los 16 años, un año después de que mi padre, también médico, enfermara. La meditación me conectó con mi interior, con la comprensión de las emociones. Resultaba fascinante desde el punto de vista existencial.


¿Y decidió compartir la experiencia?


Siendo todavía estudiante, creé la escuela internacional ACEM, dos años antes del 68, así que había muchísima gente que quería aprender y crecimos muy deprisa. Mi método no se basa en ninguna fe religiosa ni filosófica; se explica en términos científicos y siempre en el contexto de la psicología moderna.


Cuénteme.


Hemos realizado una serie de investigaciones, todas publicadas en revistas científicas, que intentan averiguar qué hace que la técnica de la meditación funcione.


¿Y?


En un principio, en los años 60 se investigaron y reconocieron los cambios fisiológicos que provoca la meditación: descenso de los latidos cardiacos, de la frecuencia respiratoria, de la tensión muscular y arterial y disminución del consumo de oxígeno.


Pero lo suyo es el cerebro.


Sí, el año pasado publicamos una serie de artículos en los que se demuestra que las ondas cerebrales durante la meditación ACEM muestran relajación pero también procesamiento psicológico.


¿Qué significa eso?


Cuando meditas, partes concretas del cerebro emiten ondas theta, que alivian el estrés y a largo plazo producen una sustancial reducción de la ansiedad; aumentan la habilidad mental, impulsan la imaginación y la creatividad; reducen el dolor, producen un estado de euforia y estimulan la secreción de endorfinas.


Son estupendas.


Nos ponen en contacto con recuerdos que habíamos rechazado y que estaban en el fondo de nosotros mismos, emociones fuertes, traumas olvidados, de manera que nos permiten limpiar o unificar esa memoria.


¿La meditación modifica el cerebro a largo plazo?


Sí, lo transforma. Cómo te ves, cómo ves a los demás, cómo te relacionas, todo eso cambia con la meditación. Investigaciones recientes demuestran que las personas que meditan tienen más gruesa la capa de la corteza cerebral. Otro estudio demuestra que los meditadores viven más años.


Meditar eleva las defensas.


Cuando baja el estrés, baja el cortisol y se eleva el sistema inmune, sí, y afecta también a una serie de sustancias que controlan las células tumorales. Afecta al sistema inmune, anticancerígeno y al corazón.


… Y todo eso sin incienso y sin estatuillas de Buda.


El método ACEM se enfoca en un sonido que repites internamente y que no tiene ningún significado, y no concentras la atención en ningún punto, sino que dejas pasar los pensamientos. Se trata de no intentar conseguir relajarse: el cerebro lo hace sin pretenderlo, como un reflejo, no como una meta.


Si no te concentras y dejas pasar las ideas, ¿cómo resuelves?


La relajación permite que temas personales no resueltos afloren a la conciencia; entonces puedes resolverlos, pero no de una forma intelectual, sino a través de la actitud, que te hace ver las cosas de manera diferente. La meditación permite que cierta cantidad de creatividad se manifieste.


¿Qué más cambios produce?


Es posible que se manifiesten partes de ti que nunca antes has utilizado, que has descartado por las elecciones de la vida.


Se parece al psicoanálisis.


Sí, existen muchas similitudes entre el psicoanálisis y la meditación; la diferencia es que en el psicoanálisis hablas.


Dicen que la palabra cura, pero en el caso de la meditación…


La meditación actúa en niveles más profundos, en lo preconceptual. En el psicoanálisis puedes hablar durante horas y no cambiar nada, pero cuando consigue adentrarse en capas profundas conecta con la meditación y llega al mismo punto.


¿Me está diciendo que la meditación es el psicoanálisis de los pobres?


Está mas disponible para todo el mundo, incluso para quien está muy ocupado.


¿Con qué frecuencia se debe practicar?


Con treinta minutos dos veces al día consigues cambios de la personalidad.


Sin budas ni incienso


Es un hombre de extremos, investiga los efectos de la meditación, relajación profunda, y el estrés postraumático. Fue requerido por el gobierno de EE. UU. tras el ataque a las Torres Gemelas y en Tailandia tras el tsunami para colaborar con el tratamiento psicológico inicial de los afectados; y ha trabajado como investigador en la Universidad de California. En 1966 creó la escuela ACEM, una organización voluntaria sin ánimo de lucro, un método no religioso de meditación y de mejora personal desarrollado por médicos y psicólogos que tiene actividades en diversos países, incluido España. Los estudios científicos realizados pueden consultarse en www.acem-med.cat/General.html.


 
Entrevista La Contra de La Vanguardia



miércoles, 26 de enero de 2011

¿A que se refiere el budismo con "Iluminación"?

La Iluminación es un estado de conocimiento perfecto o sabiduría combinado con infinita compasión. El conocimiento en este caso no siginifica la mera acumulación de información o una descripción detallada del mundo fenoménico. La Iluminación es el entendimiento de tanto, el modo relativo de existencia (la manera como las cosas aparecen ante nosotros), como del modo último de existencia (la verdadera naturaleza de las apariencias mismas). Esto incluye a nuestras propias mentes así como el mundo externo. Este conocimiento es el antídoto básico a la ignorancia y el sufrimiento.

Pero por ignorancia no nos referimos a una simple falta de información, sino más bien a una vision distorsionada de la realidad que nos hace pensar que lo que vemos a nuestro alrededor es permanente y sólido o que nuestro ‘yo’ es un ente real y autónomo. Esto nos lleva a confundir a los placeres temporales o la eliminación del dolor con la felicidad duradera. Tal ignorancia también nos lleva a tratar de construir nuestra felicidad basada en la infelicidad de los demás.

Nos sentimos atraídos a aquello que satisface nuestros egos y nos repele aquello que puede dañarlo. Por tanto, poco a poco, creamos una imagen mental distorsionada y confusa que nos lleva a comportarnos de una manera totalmente egocéntrica. La ignorancia se perpetúa y destruye nuestra paz interior.

El concepto del conocimiento, de acuerdo al Budismo, es el antídoto final del sufrimiento. En este sentido, parecería que el poder medir la brillantez de las estrellas o la distancia entre ellas son temas muy interesantes por sí mismos, pero este tipo de conocimiento no nos puede enseñar a convertirnos en mejores personas.


En una ocasión un hombre le preguntó al Buda acerca de cosmología. En respuesta el Buda recogió un puñado de hojas y preguntó: ‘Hay más hojas en mis manos o en el bosque?’ ‘Hay más en el bosque, por supuesto’, contestó el hombre. El Buda continuo: ‘Las hojas en mi mano representan el conocimiento que conduce al fin del sufrimiento’. De esta manera, el Buda demostró que hay ciertas preguntas que son superfluas. El mundo tiene campos infinitos de estudio, tan numerosos como hojas en el bosque. Pero si queremos lograr la Iluminación más que otra cosa, entonces es mejor que nos concentremos enteramente en ese objetivo y reunamos solo aquel conocimiento directamente relevante a nuestra búsqueda.



Matthieu Ricard

Una rosa

Una rosa que deseaba la compañía de las abejas, pero ninguna se le acercaba.

A pesar de todo, esta flor aún era capaz de soñar: Cuando se sentía sola, imaginaba un jardín cubierto de abejas, y que todas venían a besarla. Y conseguía resistir hasta el próximo día, cuando, una vez más, abría sus pétalos.

 -¿No te sientes cansada? –pregunto otra rosa.

 -No. Tengo que continuar luchando.

 -¿Por qué?

-Porque si no me abro, me marchito


Paulo Coelho


lunes, 24 de enero de 2011

Hay que dejarse en paz - Claudio Naranjo

Tengo 71 años. Nací en Valparaíso (Chile) y vivo en Berkeley (California). Tengo la nacionalidad estadounidense. Estoy divorciado y tuve un único hijo que perdí con 11 años. Soy psiquiatra, tengo estudios de música y filosofía. Soy el creador del instituto Seekers After Truth (SAT). Creo que la paz individual es la paz del mundo. Creo en Dios.

A G O T A D O R

Dice que es un buscador pero que ya ha comprendido que el secreto de la vida es "armonizarlo todo haciendo nada”..., aunque, por ahora, sigue en el camino. Es inquieto y verborreico. Fue uno de los discípulos preferidos de Fritz Perls, el fundador de la terapia Gestalt. También lo fue de grandes maestro orientales como Rabino Schachter, Dhiravamsa, Ch'u Fang Chu (el heredero del último patriarca taoísta), de Tarthang Tulku Rimpoché... Trabajó en el Instituto de Evaluación e Investigación de la Personalidad en la Universidad de Berkeley. Fue profesor en diversas universidades de Religión Comparada, Psicología Humanista y Meditación. Su trabajo propone una síntesis entre terapia y espiritualidad. Es agotador.


Qué dice usted?

–Yo digo que somos seres “tricerebrados”.


–¿No está siendo demasiado optimista?

–Verá, dentro de nosotros hay una parte padre: jerárquica, impositiva. Otra parte hijo: instintiva. Y una parte madre, que es la tribal y amorosa, pero que castra la individualidad.


–¿La parte intelectual, la emocional y la instintiva?

–Exacto. Lo complicado es armonizar los tres cerebros, que no se produzca tiranía por ninguna de las partes.


–¿Cómo armonizarlas?

–Haciendo nada.


–No me fastidie.

–Debe haber un abrazo entre esas tres partes interiores, y una de las posibilidades para conseguirlo es a través del factor espiritual, de la entrega del yo pequeño, de la renuncia a esa necesidad de ser alguien... ¿Entiende?


–Más o menos.

–Hay que hacerse a un lado, abrir espacio en uno mismo.


–Está pidiendo demasiado.

–Lo sé, no es nada fácil. Debería crearse un nuevo modelo educativo. La educación no educa. La educación es un malentendido. Cuando se dice que educar es enseñar a leer y a escribir se están confundiendo los medios con el fin. El fin debería ser el desarrollo de las personas y de su mente.

–Cualquier pedagogo diría eso.

–La familia humana es una estructura autoritaria. El principio de la autoridad del padre es incuestionable porque vivimos dentro de ese sistema patriarcal que no tiene en cuenta la voz del niño, cuyo potencial es castrado desde la infancia.No es una familia democrática, ni se contempla la felicidad como un fin de la  cultura y del aprendizaje.


–¿Cómo hacerlo?  
–Hay que cultivar la sed que aparece en todos los adolescentes. Es una sed de trascendencia, de entender el universo y la propia vida, ¿no la ha sentido?


–Sí.

–En nuestra cultura no hay verdaderas respuestas, están todas acartonadas. Como dice un amigo mío, ya no llueve gracia en las iglesias. La cultura no apoya esa inquietud. La insatisfacción es leída como una desventaja en lugar de honrarse como esa búsqueda de la verdad que es parte del ser humano.


–¿Propone alimentar las dudas?

–Propongo no dar respuestas hechas. No hay que vender certezas, ni dogmas. Hay que despertar al buscador interior. Lo importante es el camino, el proceso.


–¿Qué tal el suyo?

–Yo estudié la carrera de Medicina por idolatría a la ciencia. Buscaba conocimiento, pero perdí el  entusiasmo cuando descubrí que en ese camino no había respuesta a los misterios, que eran directamente negados.


–Insistió bastante, estudió tres carreras.

–Acabé Psiquiatría, continué con mi carrera de Música, pero sabiendo que la esclavitud del virtuoso era para mí un exceso. La carrera de Filosofía no la terminé. Comprendí que lo buscado es lo mismo que el buscador, que existe una conciencia del yo profundo y que ahí está la armonía.


–¿La vida es una búsqueda o un encuentro?

–Para mí fue una búsqueda sedienta en demasía. No me satisfizo el conocimiento, ni la vida familiar, ni tampoco el amor. Me topé con una persona que me influyó muchísimo, un escultor, Tótila Albert, al que le debo la idea inspiradora de mi trabajo sobre la trinidad interior.


–¿Qué le dio?

–Era un maestro de amor. Pero no en el sentido convencional. Ese amor estaba, por ejemplo, en la forma en que limpiaba los discos antes de ponerlos, la forma cuidadosa con que hacía las cosas en cada momento. Tenía calidad de ser y aprendí a reconocerla. Más que un aprendizaje, lo que le debo es una bendición. Es a través de comprensiones muy sutiles como nos construimos.


–¿Ha dejado de buscar?

–Sí, me dejo fluir. He tenido maestros de todas las tradiciones orientales fundamentales, y lo que me han transmitido es el sabor de una verdad que no tiene que ver con el intelecto ni con la emoción. Si le tuviera que poner un nombre, sería el sabor de la nada. Cuando uno se vacía, le llegan todas las riquezas.
En realidad, si tengo algún secreto, es simplemente el de confiar más en la vida.


–¿Y qué le abrió el corazón?

–La muerte de mi único hijo a los 11 años. Lloré sin parar durante dos meses. Era una experiencia de intenso amor un poco retardado: la tragedia de no haber estado por él mientras lo tuve.

–Somos muy torpes.

–Ese llanto paró súbitamente un día en que hice una clara reflexión: “¿Estoy llorando por él?”. Tenía claro que no, porque sentía que él estaba mejor que yo. “¿Estoy llorando por mí, por haberme quedado solo?”... Si era sincero sabía que no, porque había pasado largas temporadas sin verle.

–Entonces, ¿por qué lloraba?

–Me di cuenta de que no había razón para llorar y empecé a sentir una presencia suya mayor que cuando estaba vivo. La felicidad sólo depende de un estado interior.

–¿Cómo se cultiva?

–No identificándose ni con los pensamientos ni con las emociones. Idealizamos las pasiones: el orgullo, el amor. Queremos ser héroes, victoriosos o vencidos, somos muy vanidosos. Las pasiones son intrínsecamente egoístas y productoras de infelicidad. Hay que poner en paz a los animales que nos habitan.


Hay que dejarse en paz.
 
Entrevista Imma Sanchís -La Contra de La Vanguardia

domingo, 23 de enero de 2011

Om Gum Ganapataye Namaha


OM GUM GANAPATAYE NAMAHA

Om (declaración de la unidad) gam (mantra semilla del Dios Ganesha - Gana: ejercito, grupo, clan. Isha: Señor Controlador, el mantra semilla, bija, inicializa el poder del mantra en el chakra) ganapataye (a este Ganapati: Jefe de los Clanes. Ganesha es el Dios que remueve todos los obstáculos y dificultades de la vida, epíteto de Ganesha), (Gana: ejercito, grupo, clan. Pati: Jefe) namah (saludo/entrega desde lo mas profundo de nuestro ser).



Traducción: -Invocando la Unidad- "Saludo desde lo mas profundo de mi ser a este Señor de los Clanes, que remueve todos los obstáculos de la vida"

Namasté



Proviene del sánscrito namas: ‘reverencia, adoración’, y te (dativo del pronombre personal tuám: ‘tú, usted’): ‘a ti, a usted’.
También existe el término náaskar, que significa ‘saludar’ o ‘hacer reverencias’ (siendo namas ‘reverencia’ y krí ‘hacer’).
Námaste a veces se usa en el contexto de las prácticas de yoga como un saludo de encuentro o despedida, generalmente tomado como una expresión de buenos deseos. A veces se malinterpreta como un saludo exclusivamente entre yoguis. Se utiliza a lo largo de Asia del Sur, sobre todo en el contexto de las culturas budistas, particularmente para acercarse a un superior.

Námaste es una palabra del idioma hindi, y tiene uso extendido en India del Norte donde el hindi y sus dialectos son los lenguajes hablados.
Al pronunciar namasté se llevan las palmas abiertas juntas: normalmente ante el pecho, debajo de la barbilla, debajo de la nariz, o sobre la cabeza. Este (como cualquier otro gesto) se considera un mudra (‘gesto’ o posición simbólica de las manos difundida en las religiones orientales).
En el hinduismo, la palma derecha representa la planta de los pies de Dios y la palma izquierda representa la cabeza del devoto.
En otros contextos religiosos, la persona que hace el gesto de unir las dos manos elimina sus diferencias con la persona a la que reverencia, y se conecta con ella. La mano derecha representa la naturaleza más alta, la espiritual, mientras que la izquierda representa el ego mundano. La inclinación de la cabeza es una indicación simbólica de respeto
En la novela The Journey of the Fool (el viaje de los tontos), de Fady Bahig, el gurú ficticio Sri Bakashānanda explica el sentido de námaste:
Significa ‘yo saludo a la luz de Dios que está en ti. De hecho, significa que la luz de Dios en mí saluda a la luz de Dios en ti. Pero tú sabes que no hay ninguna diferencia entre la luz de Dios que está en mí y a la luz de Dios que está en ti. Y ya que los saludos sólo se realizan entre dos entidades separadas, para nosotros sería mejor no hablar en absoluto de saludos, sino decir que la luz de Dios en nosotros celebra su presencia eternamente en nuestros corazones.
Los occidentales que aprendieron acerca del námaste en clases o libros de yoga creen que esta palabra es parte de la práctica yóguica, y han generado varios complicados significados cada vez más poéticos. Para ellos námaste (‘yo te reverencio’) significaría:

Lo mejor de mí te saluda.
El Dios en mí ve y honra al Dios en ti.
Pueda el Dios dentro de ti, bendecirte.
Lo divino en mí saluda a lo divino en ti.
Veo el bien en ti, porque sé del bien en mí.
Yo saludo ese lugar donde tú y yo somos uno.
Yo honro al espíritu en ti que también está en mí.
Mi energía más alta saluda a tu energía más alta.
Te saludo con reverencia no a ti, sino a tu interior.
Mi Cristo interior bendice y saluda a tu Cristo Interior.
Adoro a tu verdad interna (no refiriéndome a ti como un ego).
El espíritu en mí se encuentra identificado con el espíritu presente en ti.
Mi saludo reconoce la igualdad de todos, y rinde honor a la santidad e interconexión entre todos, así como a la fuente de esa unión.
Yo reconozco que dentro de cada uno de nosotros hay un lugar donde mora la Divinidad, y cuando nosotros estamos en ese lugar, nosotros somos uno solo.
Yo honro ese lugar en ti en donde habita el universo entero, yo honro ese lugar en ti que es un lugar de amor, de verdad, de luz. Y sé que cuando tú estás en ese lugar dentro de ti, y yo estoy en ese lugar dentro de mí, tú y yo somos uno solo.

Fuente: wikipedia

El significado del saludo Namasté, sería bastante similar al otro saludo utilizado ampliamente en la tradición tántrica y yóguica: Om Namah Sivaya. El significado de Om Namah Sivaya sería algo así como: "me postro ante la Presencia de Dios en ti y en mi".



NAMASTÉ COMPAÑEROS!!

sábado, 22 de enero de 2011

El desapego - Vairagya

No se puede aprender el desapego en un libro o con una única técnica. Uno aprende a abrirse paso de los propios miedos en el momento que reconoce lo inútil que es el Ego. En ese caso se libera y se supera la situación. Un gramo de práctica es mejor que toneladas de teoría. En eso consiste precisamente el desapego.
 
Quién es más desapegado? ¿Aquel que puede recitar las Upanishads en sánscrito o aquel que practica los elementos clásicos de la enseñanza del Yoga: ejercicio adecuado (asanas), respiración correcta (Pranayama), relajación (savasana), alimentación correcta, pensamiento positivo y meditación?. Practica cada mañana y siéntate a meditar.

No hay receta alguna de validez universal para el desapego. Al principio debemos aprender que no somos el sujeto agente. Las cosas suceden de todos modos. Cada uno puede hacer lo mejor que pueda en esta magia de la vida, pero no somos los agentes de la vida. Cuando se quiere verdaderamente aprender algo hay que desprenderse de los condicionantes y prejuicios de la mente y al mismo tiempo tener un poco de confianza. Esto es desapego. Pero no se puede decir simplemente: “Ahora estoy completamente desapegado” y que luego todo continúe como antes.

Hay que sublimar todas las preocupaciones, condicionantes y prejuicios y sustituirlos por algo diferente. Para ello se necesita sadhana, práctica espiritual, inspiración y un Maestro, que te facilite instrucciones básicas hasta que uno mismo se encuentra seguro en la práctica.
Hay que volver al Maestro siempre para pequeñas correcciones de rumbo, que de nuevo se ajustan, como cuando un quiropráctico actúa recomponiendo las articulaciones.
Del mismo modo se precisa de un reajuste espiritual, que luego se aplica prácticamente. Nadie puede decir: “Haz eso o aquello y entonces estarás realmente desapegado”. El desapego es un proceso de madurez, el resultado del esfuerzo propio. En la vida espiritual lo llamamos sadhana.

Empieza en primer lugar con asanas y pranayama. Quien desea ir más rápido toma un curso de formación de profesores y goza de esta importante experiencia para la Vida. Luego se sigue con el estudio de las Escrituras como el Bhagavatam, la Baghavad Gita, las Puranas, el Ramayana y el Mahabharata. Se estudia, lee, escucha y comienza a cambiar la propia actitud ante la vida.
Las Escrituras son ejemplos de cómo otros seres han pasado por la vida y además han alcanzado un estado lleno de paz.

Estas historias nos elevan ética y moralmente y nos ayudan a conseguir un mayor desapego, pues a través de ellas podemos ver que todo se sabía ya antes de nosotros.
Debemos sólo seguir la luz que los Maestros mantienen en alto ante nosotros. Por doquier hay varias luces, maestros, caminos, religiones y técnicas. Simbólicamente es como una antorcha, que se mantiene ante nosotros en lo alto y cuya luz no necesitamos más que seguir. No nos preocupemos de cómo será la Luz en la meta.
En cuanto seguimos la luz, nos sentimos bien. Así uno puede liberarse del pasado y el futuro y estar completamente en el presente.

Esto es ya un gran desapego, en el cual puede uno librarse de mucho peso. Si uno no practica, si nada sucede, si uno permanece con la mente anclada en el pasado y en el futuro sin cambiar nada, sólo hay mucha tensión. Y al salir de viaje de vacaciones llevamos con nosotros sólo una maleta, y esa maleta es nuestro hogar. Nos olvidamos entonces de todas las cosas que están en nuestra casa en sus cajones y sus estantes, todos los libros y documentos, las colecciones de monedas y sellos, el menaje, calcetines, camisas, bufandas y abrigos, la cristalería y todo lo que se acumula. Nuestras casas están llenas de objetos sin los que no podemos vivir.
 
Cuando partimos con esa maleta, nos encontramos libres como un pájaro. Al regresar, tan pronto como abrimos la puerta, viene todo de nuevo, la vida en su conjunto está de nuevo allí, con todos los cajones, corbatas, camisas y zapatos. Uno se pregunta cómo debería ponerse todo eso y sobre todo que debería hacer con ello. Si se quiere poner orden, se llena una gran bolsa de basura y se da todo a la Cruz Roja. “Ahora si que estoy desapegado, lo doy todo”. Pero tan pronto se cobra, se comienza a utilizar la tarjeta de crédito y se vuelve con bolsas llenas.
 
Hay que reducir poco a poco. El desapego debe ir paralelo con la propia experiencia interior.

Mejor reducir progresivamente. Si se tienen 20 camisas, se pueden reducir a 18. De 18 se puede pasar a 16. Si la mente y el corazón no están en verdadera sintonía con este momentáneo vairagya, desapego, la tarjeta de crédito no resistirá mucho. El banco llamará y preguntará: “¿Qué ocurre? Desde que practica Yoga su cuenta está continuamente en descubierto. Muchos hacen esto. Aprenden Yoga y entonces lo tiran todo, duermen en el suelo sólo con un futón sin almohada y al día siguiente apenas pueden caminar. Esto no es desapego.

EL VERDADERO DESAPEGO CONSISTE EN POSEER LOS OBJETOS CON INDIFERENCIA.
Ni darlo todo, ni dejarlo de lado, ni tomar un nuevo marido o nueva mujer, sólo porque en este momento no se parece a lo que se desea. Simplemente vivir con aquello que toca y estar desapegado, guste o no.

Aceptemos siempre lo que la vida nos trae. Esto es verdadero desapego. Cuando algo se puede cambiar, cambiémoslo. Cuando no se pueda cambiar, aceptémoslo.

Lo mismo ocurre con el cuerpo. Cuando el cuerpo no tiene las correctas formas, tal como viene en las revistas y ya hemos probado todas las dietas y recetas ayurvédicas y no ha funcionado, aceptémoslo. No seamos ni felices ni desgraciados por ello, estemos simplemente satisfechos. Lo mismo es con la mente en el trabajo. Si somos profesores, queremos ser catedráticos. Cuando somos catedráticos, quisiéramos jubilarnos. Si modelos querríamos ser actrices. Si actrices, productores. Si productores, quisiéramos ser autores. De este modo nunca estaremos verdaderamente felices, nunca de verdad contentos hasta que reconozcamos que debemos reducir el paso. No podemos ir continuamente tras nuestra sombra. 

El ser humano hace tantos planes. Cuando he hecho éste, quiero hacer aquél. Entonces quiero viajar allá y después estudiar aquello y luego quisiera ir a vivir allí. Si encima se interpone alguna cosa, estamos arreglados.
Nuestra felicidad ha desaparecido. Por consiguiente algo de desapego es necesario. Tener visión y amplitud de miras es por supuesto bueno, pero como estamos siempre corriendo dando vueltas, ya no disfrutamos de ningún momento. Cuando comemos, queremos leer el diario, cuando lo leemos, queremos comer. En nosotros hay un gran desasosiego.
Por eso se debiera aprender cómo se genera el desapego. Desapego quiere decir aceptar el momento, liberarse tanto del pasado como del futuro. Gozar del momento. Esto es una manera muy meditativa y serena de ver las cosas.

El miedo proviene de los deseos insatisfechos. Y los deseos vienen cuando se quiere cambiar algo de fuera y se hacen planes para el futuro. En el momento presente no hay deseo alguno. Tan pronto como se piensa en el futuro viene el pensamiento: “¿Qué pasaría si…?”. Habría que liberarse de estos pensamientos. En la meditación se intenta simplemente estar sólo aquí, concentrado en el mantra, concentrado en la luz. Se entrega uno a una energía superior, que trasciende mente y cuerpo. Se le puede llamar Dios, o Jesús, Krishna, Siva, Alá o Buda, o de cualquier modo que la propia religión a uno le permita. Esto es desapego práctico. Uno se libera tanto del futuro como del pasado. Se tranquilizan los pensamientos y se tiene una momentánea unión con el Espíritu Superior. Poco a poco se empieza a discernir: ¿Qué hago en verdad? ¿Por qué corro arriba y abajo? Es sólo una ocupación, trabajo ocho horas diarias para ganar todo el dinero y a continuación paso ocho horas esforzándome en gastarlo. Siempre que se compra algo aquí y allá puede ser por exigencia del tiempo libre. El desapego es por consiguiente necesario para reconocer que ningún objeto trae consigo la felicidad. 

En la meditación uno contempla su vida y reflexiona sobre su pasado. Luego uno se concentra en las cosas más importantes y comienza a gozar del momento. Si se contempla entonces una flor se puede disfrutar
de su energía y de su color. Entonces ya no se piensa más en la cuenta del banco, en la tarjeta de crédito, en lo que se podría comprar o lo que se debería hacer. Por medio del canto de mantras y de la meditación se purifican paulatinamente todas las actividades diarias y el desapego llega por sí mismo. Si alguien nos da algo, mejor decir: “Gracias pero no me hace falta para nada”. O hagamos como Swami Sivananda, lo acepta y después se lo entrega a alguien que lo necesita. Esto no es falta de respeto. Por supuesto, se percibe el amor que viene con el obsequio, pero quizá algún otro lo necesita realmente.
Ante todo intente simplificar su vida y desarrollar un estilo de vida más sencillo.

Después de haber practicado varios años este modo de vida yóguico, es el momento de liberarse de la propia identificación con el ego. Esto es lo más difícil. Hay que continuar con lo hecho y dar lo mejor de uno mismo, pero no hay que identificarse con ello y ser simplemente uno mismo, lleno de amor, paciencia y respeto, sin juguetear, sin reír ni llorar en exceso. Esto es el máximo desapego. Swami Sivananda dice que vairagya, desapego, y viveka, capacidad de discernir, son las dos prácticas más importantes en el Yoga. Puesto que la mente siempre está activa, el ego sufre siempre nuevas experiencias y está listo en cualquier momento para tender una trampa. Es como una guerra. Por ello la mayoría de los relatos espirituales tratan de una guerra. Las enseñanzas de la Baghavad Gita trascurren en una guerra. Y esa guerra sucede en nosotros, entre el bien y el mal. El bien nos conduce en una dirección y el mal en otra. Swami Vishnudevananda decía: Las bajas pasiones quisieran ir siempre monte abajo con la bicicleta, mientras que las altas tendencias dicen: “No, ve monte arriba y practica el desapego”.

La guerra comienza al punto de la mañana: “¿me levanto o sigo acostado? ¿qué voy a comer? ¿me visto elegante o a la moda para ir al trabajo?¿debo ir por encima de todo al trabajo? ¿debería llamar al jefe y decirle que estoy enfermo?”. Estas son las guerras que todos tenemos, la mente juega con todos nosotros el mismo juego. Hay que decir a la mente sencillamente: “di lo que quieras, voy a hacer aquello que debo hacer y además lo haré con alegría”. Esto es desapego.●

Swami Durgananda

El mejor instructor de yoga

 

viernes, 21 de enero de 2011

Purnamadah - Shantala



OM PORNAMADAH PORNAMIDAM

PORNAT PORNAMUDACHYATE

PORNASYA PORNAMADAYA

PORNAMEVA AVASHISYATE

Om esto es el todo

desde ese todo este todo ha nacido

despues que el todo nació del todo

es el todo quien como infinidad permanece

Avatares


Muchos Avatares vinieron y afirmaron que Dios está en ellos. Estoy de acuerdo.


Quiero saber quién es esa persona
en quien Dios no esta?

Yogi Bhajan



martes, 18 de enero de 2011

¿Para qué sirve el sufrimiento?


¿Para qué sirve el sufrimiento?

"El sufrimiento rompe la carcasa que nos separa de la comprensión", Khalil Gibran

Angustia, tormento, desesperación… El sufrimiento nos convierte en prisioneros de una existencia desnuda y vacía. No en vano, los expertos lo definen como la causa más común del tan silenciado suicidio. Cuando toma el control de nuestra mente, nada parece tener sentido. Como un "tsunami" emocional, arrasa con cualquier vestigio de alegría y bienestar, consumiéndonos. Sin embargo, también nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestra propia vida, pues nos conecta con nuestra más profunda vulnerabilidad.

Si nos permitimos bucear en ese espacio interior auténtico, crudo y honesto, donde reposan nuestras verdaderas inquietudes y necesidades, podremos redefinir nuestros límites, reubicarnos y reconstruirnos, saliendo fortalecidos de la experiencia. Así, aprender a transformar el sufrimiento en una fuente de aprendizaje nos permitirá tomar impulso de nuevo, creciendo ante las dificultades y superando obstáculos que creíamos insalvables. De ahí que los grandes sabios afirmen que el sufrimiento puede convertirse en un gran maestro, una puerta abierta a la comprensión.

Sin embargo, para aprender de la experiencia que nos ofrece, es necesario trascenderlo. Y el primer paso para lograrlo es tomar consciencia de la diferencia que existe entre el dolor y el sufrimiento. Mientras el dolor es una reacción física (como por ejemplo un fuerte dolor de cabeza), el sufrimiento es una reacción psicológica, una interpretación negativa de ese mismo dolor, que nos limita y nos lleva a quejarnos, lamentarnos y victimizarnos. Así, mientras el dolor es inevitable, el sufrimiento es algo que depende de la forma en la que reaccionamos ante un estímulo determinado.

Cómo pasar de oruga a mariposa

"La adversidad es ocasión de virtud", Séneca

Cuenta una antigua historia que un joven paseaba por el bosque. En su camino, halló una crisálida de mariposa resguardada entre las hojas de una planta, y la curiosidad le impulsó a llevársela a su casa para ver cómo nacía. Tras esperar durante varias horas, el joven observó, emocionado, cómo se había abierto un diminuto orificio en el capullo de mariposa. A los pocos minutos, empezó a notar cómo luchaba por salir a través del minúsculo agujero.

El tiempo pasaba, y parecía que la mariposa se había quedado atascada. Daba la sensación de que no progresaba en su intento por librarse de la cárcel de la crisálida. El joven, generoso y atento, decidió ayudarla. Sin pensarlo dos veces, cogió unas finas tijeras y realizó un corte lateral en el orificio del capullo para agrandarlo y facilitarle la salida. Y la mariposa salió al exterior sin necesidad de hacer ningún esfuerzo más.

El joven, satisfecho por su intervención, se quedó mirando a la mariposa, que tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas, débiles y plegadas. Esperaba ansioso ver cómo volaba por primera vez. Sin embargo, debido a su ignorancia, había impedido que la restricción de la abertura del capullo cumpliera con su función natural: incentivar la lucha de la mariposa, de manera que los fluidos de su cuerpo nutrieran sus alas para fortalecerlas antes de salir al mundo y comenzar a volar.

El sufrimiento como oportunidad de aprendizaje

"Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento", Gerardo Schmedlig

Nuestra mente, traicionera, se aferra al miedo, a la exigencia, al deseo y a las dañinas expectativas. Y cuando la realidad no se adapta a lo que nosotros esperamos, nos invade la frustración, preludio del sufrimiento. Este dolor psicológico es el resultado de todas aquellas creencias y reacciones que limitan nuestra comprensión, y tiene una clara función: derribar los muros de nuestra ignorancia, ampliando nuestro nivel de consciencia.

Aunque la mayoría de seres humanos pasan por la vida huyendo del sufrimiento, se trata de una gran oportunidad para aprender y evolucionar, haciéndonos más fuertes y sabios. De ahí la importancia de atrevernos a enfrentarlo. Y sea cual sea la causa que lo desencadene, no desaparecerá hasta que la comprendamos y la integremos en nuestra forma de ver la vida.

El sufrimiento nos enseña que no podemos controlar nuestras circunstancias, pero sí la actitud que tomamos ante ellas. Nos ayuda a superarnos a nosotros mismos, a eliminar nuestras resistencias. Y cuando comprendemos el mensaje que nos quiere transmitir, se desvanece. Al fin y al cabo, esta perversa trampa de la mente nos lleva a saturarnos de malestar. Y al llegar a nuestro límite, el cambio se convierte en algo necesario e inevitable. Dejar de sufrir pasa por conocernos a nosotros mismos y aprender a ser protagonistas de nuestra vida, en vez de víctimas de nuestros pensamientos. La clave está en comprender que, como en la historia de la mariposa, la adversidad tiene su función…

En clave de coaching
¿Cuáles son las situaciones que más sufrimiento me han generado?
¿Por qué creo que me sucedieron?
¿A qué atribuyo haberlas superado?


Fuente: lo siento, ahora mismo desconozco la fuente, si alguien lo reconoce que lo diga porque es muy bueno...

lunes, 17 de enero de 2011

Lo siento. Perdóname. Gracias. Te amo.


TÉCNICA DE HO'OPONOPONO

Cierra los ojos...y escucha hasta el final.....

La belleza

Yo oprimo sus manos; yo la estrecho contra mi corazón.

Yo intento enlazar con mis brazos su perfume, beber su sonrisa con mis besos,

beber también su mirada con mis ojos.

Mas, ay, nada queda en mis brazos, en mis labios, en mis ojos.

 ¿Pudo alguien tocar el azul del cielo?

Yo me empino hacia la belleza y corro tras ella;

 mas la belleza se me escapa y sólo me deja

su apariencia entre las manos.

Nostálgico y cansado vuelvo a este juego divino.

 ¿Cómo podrían las manos de mi cuerpo,

coger la flor que sólo el alma puede rozar?



Rabindranath Tagore
http://amediavoz.com/tagore.htm

domingo, 16 de enero de 2011

Oración de Rabindranath Tagore


Que yo nunca rece para ser preservado de los peligros: sino para alzarme ante ellos y mirarlos cara a cara.


Que no pida la extinción de mi dolor: sino el coraje que me falta para sobreponerme a él.


Que no confíe en aliados en la guerra de la vida sobre el campo de batalla del alma: que sólo espere de mí.


Que no implore, espantado, mi salvación: que tenga la fe necesaria para conquistarla.


Dame no ser ingrato: pues a tu misericordia debo mis triunfos.Y si sucumbo, acude a mí con tu brazo fuerte.


¡Y dame la paz, y dame la guerra!

 


Rabindranath Tagore
http://amediavoz.com/tagore.htm

sábado, 15 de enero de 2011

¿Y tú que sabes?



Si todavía no has visto este documental, y ahora estás viendo este link....quizás es el momento...



Dame una señal de que has prestado atención a alguna de las cosas que he creado y hazla llegar de una forma que no espere, haz que me sorprenda de mi capacidad de experimentar estas cosas y hazlo de manera de que no quepa ninguna duda de que viene de ti.

Soy mucho mas de lo que creo que soy, puedo incluso ser mucho mas que eso, puedo influir en el entorno, en la gente, puedo influir en el espacio, puedo influir en el futuro. Soy responsable de todas esas cosas.
Haz que lo desconocido se conozca.
El entorno y yo no estamos separados, formamos parte de un todo y estoy conectado con todo,
no estoy solo.

Fuente: ¿Y tú que sabes?

La ciencia de la compasión - Matthieu Ricard


¿Una bonita casa en la playa? Matthieu Ricard prefiere el monasterio apartado de toda civilización donde vive, en las montañas de Nepal. ¿Una cuenta bancaria boyante? Ha entregado todo el dinero de las ventas de sus libros a la caridad. ¿Quizá un matrimonio bien avenido o una excitante vida sexual? Tampoco: a los 30 años decidió acogerse al celibato y dice cumplirlo sin descuidos. En realidad, Matthieu Ricard carece de todas las cosas que los demás perseguimos con el convencimiento de que nos harán un poco más felices. Y sin embargo, este francés de 61 años, biólogo molecular hasta que decidió dejarlo todo y seguir el camino de Buda, es más feliz que usted y yo. Mucho más feliz. El más feliz.

Científicos de la Universidad de Wisconsin llevan años estudiando el cerebro del asesor personal del Dalai Lama dentro de un proyecto en el que la cabeza de Ricard ha sido sometida a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes.

Los resultados fueron comparados con los obtenidos en cientos de voluntarios cuya felicidad fue clasificada en niveles que iban del 0.3 (muy infeliz) a -0.3 (muy feliz). Matthieu Ricard logró -0.45, desbordando los límites previstos en el estudio, superando todos los registros anteriores y ganándose un título –«el hombre más feliz de la tierra»– que él mismo no termina de aceptar. ¿Está también la modestia ligada a la felicidad? El monje prefiere limitarse a resaltar que efectivamente la cantidad de «emociones positivas» que produce su cerebro está «muy lejos de los parámetros normales».

El problema de aceptar que Ricard es el hombre más contento y satisfecho del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo en la contemplación y que carece de bienes materiales es capaz de alcanzar la dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes seguimos centrando nuestros esfuerzos en un trabajo mejor, un coche más grande o una pareja más estupenda?

Los trabajos sobre la felicidad del profesor Richard J. Davidson, del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento de que la mente es un órgano en constante evolución y, por lo tanto, moldeable. «La plasticidad de la mente», en palabras del científico estadounidense, cuyo estudio es el quinto más consultado por la comunidad investigadora internacional.

Satisfacción filipina. Tampoco es necesario leer a este hijo adoptivo de Buda o retirarse a un templo en el Himalaya para comprobar que el «dinero no da la felicidad». Los habitantes de las barriadas pobres de Manila se muestran, a pesar de sus dificultades, aparentemente más contentos que los tiburones financieros de la vecina y multimillonaria Hong Kong. Cada vez que se hace una encuesta sobre felicidad global, los filipinos aparecen entre los pueblos más satisfechos. Ni la pobreza ni el hecho de que su país haya sido declarado el «lugar del mundo más afectado por los desastres naturales» por el Centro para la Investigación y Epidemiología de Desastres parecen afectar su visión positiva de la vida. Su intensa vida social y familiar compensa penurias privaciones. Los honkoneses, con una renta per cápita 20 veces mayor, aparecen sistemáticamente en los últimos lugares en los mismos sondeos de felicidad. La presión consumista, el estrés y el deterioro de las relaciones sociales figuran entre las causas de insatisfacción más citadas por los ciudadanos.Todo el desarrollo y el dinero del mundo no han logrado levantar el ánimo de la Nueva York de Asia.

Los científicos han logrado probar que la corteza cerebral izquierda concentra las sensaciones placenteras, mientras el lado derecho recoge aquellas que motivan depresión, ansiedad o miedo. «La relación entre el córtex izquierdo y el derecho del cerebro puede ser medida y la relación entre ambas sirve para representar el temperamento de una persona», asegura Ricard, que durante sus resonancias magnéticas mostró una actividad inusual en su lado izquierdo.

Los neurocientíficos americanos no creen que sea casualidad que durante los estudios llevados a cabo por Davidson los mayores registros de felicidad fueran detectados siempre en monjes budistas que practican la meditación diariamente. Ricard lo explica en la capacidad de los religiosos de explotar esa «plasticidad cerebral» para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los positivos. La idea detrás de ese concepto es que la felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar, entrenar, mantener en forma y, lo que es más improbable, alcanzar definitivamente y sin condiciones.

Éxtasis mental. Lograr el objetivo de la dicha no es fácil. Ricard ha escrito una decena de libros –estos días combina sus retiros espirituales con la promoción de su obra Happiness en el mundo anglosajón– y cientos de artículos tratando de mostrar el camino y, aunque la mayoría de sus obras se han convertido en éxitos editoriales, el propio autor descarta que su lectura garantice el éxito.

Al igual que un logro en atletismo o en la vida laboral, el cambio sólo es posible con esfuerzo y tenacidad, pero Ricard asegura que todo habrá merecido la pena una vez se alcanza el estado de éxtasis mental que logran los elegidos. En su Defensa de la felicidad (Urano), la traducción de su último libro publicado en España, el monje explica cómo nuestra vida puede ser transformada incluso a través de variaciones mínimas en la manera en que manejamos nuestros pensamientos y «percibimos el mundo que nos rodea».

Es un viaje hacia el interior de uno mismo que Matthieu Ricard recorrió contra todo pronóstico. Nacido en París en 1946, el «monje feliz», como se le conoce en todo el mundo, creció en un ambiente ilustrado. Su padre, Jean-François Revel, fue un reconocido escritor, filósofo y miembro de la Academia Francesa que reúne a la elite intelectual del país galo. Su madre dedicó gran parte de su vida profesional a la pintura surrealista y tuvo un gran éxito antes de convertirse también ella en monja budista. Ricard vivió en su juventud los excesos propios del París de los años 60 y tras terminar sus estudios de secundaria se decidió por las ciencias. Hizo su doctorado en genética celular en el Instituto Pasteur de París y trabajó con el premio Nobel de medicina François Jacob. Parecía destinado a convertirse en uno de los grandes investigadores del campo de la biología cuando le dio a su padre el disgusto de su vida.

El estudio de textos budistas desencadenó una llamada espiritual que le llevó a dejarlo todo. Decidió que el laboratorio no era lo suyo y partió hacia el Himalaya para hacerse discípulo de Kangyur Rinpoche, un histórico maestro tibetano de la tradición Nyingma, la más ancestral escuela del budismo. Era 1972 y las próximas tres décadas de este francés de carácter suave y cultura exquisita –el único europeo que lee, habla y traduce el tibetano clásico– iban a ser dignas del mejor guión de una película.

Tras estudiar con los grandes maestros del budismo, pasar meses en retiros y recorrer los pueblos del Himalaya, conoció al Dalai Lama y en 1989 se convirtió en uno de sus principales asesores y en su traductor al francés. Su posición como mano derecha del Señor de la Compasión le ha convertido en la figura budista occidental más influyente del mundo y llevaron al gobierno francés a concederle la Orden Nacional Francesa.

La vida elegida por Ricard le enfrentó a los ideales en los que se había formado y al ateísmo de su padre. Ambos decidieron discutir sus diferencias en El monje y el fisólofo, un diálogo que sólo en Francia vendió 500.000 copias y en el que la búsqueda de la felicidad está presente en cada capítulo. «Tenía muchas esperanzas en su futuro profesional y me parecía una lástima que abandonara [su carrera científica]. Después me di cuenta de que había transferido su espíritu científico al estudio del budismo», decía el padre antes de morir, una vez hubo aceptado la elección de Matthieu.

La idea de Ricard de ofrecerse para los estudios de la mente que llevaba a cabo la Universidad de Wisconsin estuvo influenciada por el propio Dalai Lama, que durante años ha colaborado con científicos occidentales, facilitando el análisis cerebral de los monjes y su capacidad de aislar la mente durante las sesiones de meditación. Uno de los aspectos que más ha fascinado a los investigadores es la capacidad de los monjes de suprimir sentimientos que hasta ahora creíamos inevitables en la condición humana: el enfado, el odio o la avaricia. El estudio de sus cerebros demuestra una capacidad extraordinaria para controlar sus impulsos basados en el principio de que Buda no prometió a sus seguidores la salvación en el cielo, sólo el final de sus sufrimientos en la tierra si lograban controlar sus deseos. Para muchos ese ha sido uno de los puntos flacos del budismo: la limitación de las ambiciones personales y la pasividad. Ricard suele acudir a una anécdota del Dalai Lama para negar que el control de los impulsos negativos sea igual a pasividad o falta de respuesta, por ejemplo ante un crimen o un genocidio. «Alguien le preguntó en una ocasión al Dalai Lama qué haría si alguien entra en una habitación para matar a todos los presentes. Su respuesta irónica fue: «Empezaría por dispararle a las piernas. Y si eso no funciona, apuntaría a la cabeza».

Ricard cree que el problema es que nuestros sentimientos negativos hacia otras personas no están a menudo justificados, sino que los hemos creado nosotros en nuestra mente de forma artificial como respuesta a nuestras propias frustraciones. Y ése es uno de los impulsos que el monje francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz. Para el escritor, la felicidad es «un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona». Atraparla es cuestión de práctica y fuerza de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza. Los que llegan al final del viaje y logran la serenidad que lleva a la dicha, asegura Ricard, sienten lo mismo que «un pájaro cuando es liberado de su jaula».

Matthieu Ricard ve en resultados como éste la prueba de que cualquiera, no importa las desgracias que haya vivido, puede alcanzar la felicidad si cambia el chip mental que a menudo nos hace detenernos en los aspectos negativos de la existencia. Incluso la pérdida de los seres queridos puede sobrellevarse con relativa facilidad si se afronta la muerte desde una perspectiva nueva, menos centrada en su dramatismo. «Mi padre murió el año pasado a los 82 años. Como dependía tanto de su brillantez intelectual, cuando se vio limitado se desanimó», asegura el monje, para quien la muerte de quienes nos rodean debe ser aceptada como un paso más en el ciclo natural de la vida y no necesariamente como un episodio triste. «El mejor homenaje que podemos ofrecer a los que ya no están con nosotros es vivir la vida de forma constructiva, ser conscientes de que nacemos solos y morimos solos. ¿Por qué no sentir que cada ser humano es nuestro familiar, que cada casa es nuestro hogar?».

Los investigadores que han estado analizando las emociones de Ricard creen que los resultados podrían servir para paliar enfermedades como la depresión y llevar a la gente a entrenar una mente saludable de la misma forma que hoy se acude al gimnasio a mejorar la forma física. Más aún, si como sugiere Ricard, una de las claves de la satisfacción personal es el control y la supresión de instintos negativos como el odio, y si existe una forma de limitarlos, estaríamos ante la posibilidad de mejorar la condición humana y enmendar sus peores defectos.

Por supuesto son muchos los que apuntan a la inocencia y la sobredosis de utopía que supone pensar en una aldea global en la que todo el mundo perdona a los demás y nadie se enfada con nadie, un mundo basado en las buenas maneras y sentimientos, sin guerras ni luchas de poder. El monje francés responde a quienes dudan con la pregunta que mejor define su visión de la vida: «¿Acaso quieres vivir una vida en la que tu felicidad dependa de otras personas?».

Matthieu Ricard no quiere. Por eso en lugar de una casa en la playa ha elegido una vida contemplativa en el monasterio nepalí de Shechen; por eso ha regalado los millones de euros procedentes de sus libros (se han vendido millones de copias en todo el mundo y han sido traducidos a una decena de lenguas); y quizá por eso ha evitado los conflictos propios de la vida matrimonial. El «hombre más feliz del mundo» no sugiere que todo el mundo haga lo mismo para encontrar la dicha. Sólo que aprendamos que la deseada casa de la playa, los millones en el banco o esa pareja tan atractiva tampoco nos conducirán a ella. Aprender a contentarnos con lo que tenemos quizá sí.

* Vejez: Cuando la agudeza mental y la acción disminuyen, es tiempo de experimentar y manifestar cariño, afecto, amor y comprensión.

* Muerte: Forma parte de la vida, rebelarse es ir contra la propia naturaleza de la existencia. Sólo hay un camino: aceptarla.

* Soledad: existe una manera de no sentirse abandonado: percibir a todos los seres como parte de nuestra familia.

* Alegría: Está dentro de cada uno de nosotros. Sólo hay que mirar en nuestro interior, encontrarla y transmitirla.

* Identidad: No es la imagen que tenemos de nosotros mismos, ni la que proyectamos. Es nuestra naturaleza más profunda, ésa que nos hace ser buenos y cariñosos con quienes nos rodean.

* Conflictos de pareja minimizarlos. Es muy difícil pelearse con alguien que no busca la confrontación.

* Familia: Requiere el esfuerzo constante de cada uno de sus miembros, ser generoso y reducir nuestro nivel de exigencia.

* Deterioro físico: Hay que aprender a valorarlo positivamente. Verlo como el principio de una nueva vida y no el principio del fin.

* Relaciones sociales: Es más fácil estar de buen humor que discutir y enfadarse. Lo ideal es seguir siendo como somos y utilizar siempre que podamos la franqueza y la amabilidad.

* Felicidad: Si la buscamos en el sitio equivocado, estaremos convencidos de que no existe cuando no la encontremos allí.